En el utilísimo blog Directoalpaladar, hoy han publicado una entrada que en seguida me ha plantado en la cabeza la idea para la presente entrada. Aunque esta semana he fallado y no voy a reiterar las excusas que vengo poniendo desde hace unas semanas (que no por ciertas cansan menos), sigo en mis trece sobre las ventajas de elaborar un plan regular de comidas. Y creo que una planificación semanal es la más idónea porque nos permite tener en cuenta los productos de la temporada, así como organizar nuestras compras para poder tener los productos más frescos que sea posible.
Para elaborar mi menu de comidas de la semana siguiente, lo primero que hago es cogerme la tablet y sentarme delante del frigorífico. De esta manera puedo contar con los productos de los que ya dispongo, con lo que que solo tengo que comprar una parte mínima. Esto es muy útil especialmente a final de mes, lo que en los últimos tiempos viene siendo ya desde el día 10, aproximadamente.
A la hora de decidir qué platos formarán parte de mi menú, trato de recordar las sugerencias de los muchos blogs de cocina y de nutrición que sigo, algunas de las cuales guardo en mi cuenta de Evernote. Últimamente tengo muy presentes los menús y las recetas que proponen en la web de la Fundación Dieta Mediterránea. Pero también me fijo en las recetas que publican genios como Ernest Subirana, del blog Cocina Sana con Ernest Subirana, o Su, de Webos fritos. Tampoco me olvido de blogs como Directoalpaladar o Gastronomía&Cía. En cuanto a las maneras de preparar la comida y de organizarme hago mucho caso (y por ahora me va bien) a los consejos de Cristina Galiano. Mis fuentes son más numerosas, pero la lista sería enorme.
Por supuesto trato de seguir la famosa proporción de macronutrientes para una dieta saludable:
Pero no nos engañemos, ni tengo los conocimientos, ni el tiempo ni las ganas de hacer esto de manera TAN estricta. Creo que para esto sirve más fijarse en lo que hacían nuestras madres y abuelas; ellas se acordaban de si el lunes habías comido tortillas para no ponerte un huevo en el plato antes del viernes, o de cuánto tiempo hacía que no habías catado las lentejas. Mi manera de proceder se basa más en esta actitud.
Lo que hago es distanciarme (literalmente, echo mi silla hacia atrás para alejarme de la pantalla del ordenador) y así poder tener una visión global del menú de la semana. De este modo me resulta más sencillo no repetir productos, no olvidar otros, tener en cuenta el equilibrio entre verduras, cereales, carnes, pescados, huevos y legumbres. También puedo de este modo ver qué día de la semana me viene mejor incluir alguna «licencia».
Otras ventajas de este trabajo de planificación semanal son, en primer lugar, el ir nutriendo un repertorio de ideas, recetas y menús, que van siendo muy útiles conforme su número va creciendo. En segundo lugar, esta visión global de lo que comemos a lo largo de la semana nos permite tener en cuenta el principio de que no es tan importante llevar una alimentación perfectamente saludable en cada una de las comidas, sino que los beneficios se producen al mantener un equilibro a largo plazo.