Mejillones al vapor

CONVERSACIÓN AL CALOR DEL HOGAR

-¿Te gustan?

-Uhm, sí. Estás ricos estos mejillones.

-Sí que es verdad, sí.

-¿Qué llevan?

-¿Los mejillones? Pues llevan… mejillones.

-No me digas -responde con una sonrisa irónica-. ¿Pero qué más llevan? ¿Laurel, pimienta…? Están riquísimos.

-Llevan mejillones. Ya está. Ni laurel, ni pimienta, ni agua. Si quieres les echamos ahora unas gotitas de limón, por aquello de recordar cómo sabían los que tomábamos hasta ahora.

-Vale, sí. Un poco de limón.

-Por cierto, ¿qué hacemos con este medio litro de jugo de mejillones que han soltado ellos mismos? ¿Lo guardo o qué?

-No sé, ya lo veremos. Come, que no te dejo ni uno. ¡Qué ricos!

Este diálogo no tan imaginario se desarrolló anoche mientras mi chico y yo cenábamos mejillones al vapor. Lo especial del caso es que esta vez, siguiendo mi nuevo «apostolado» en favor de la cocina rápida y sana, los preparé en el microondas, siguiendo las indicaciones que da Cristina Galiano en esta entrada de su libro-blog. Y debo decir que tiene toda la razón: están increíblemente deliciosos. Saben riquísimos y quedan en su punto.

Además, aunque la cena de mejillones ya la había programado el domingo, ayer me encontré con la sopresa de que en el supermercado los tenían a 0’90 € la bolsa de kilo; y en la bolsa ponía que venían de O Grove, ¿garantía de calidad? Así que entre eso y la coliflor con bechamel la cena nos costó unos 4 euros. La coliflor la cocí en la olla rápida en tan solo 5 minutos, y sin gota de agua goteando y con poquísimo olor en la cocina.

Lo único largo de hacer para preparar toda la cena fue quitarles las barbas a los mejillones. Lo de rascar las conchas hace tiempo que no lo hago; ni que fuéramos a cenar en el Ritz.